Muchas veces las almas más locas guardan los sentimientos más puros, más certeros. Los corazones más rebeldes suelen ser los que más sufren pero también los que más disfrutan, quizás sea por ello que valga la pena. Son aquellos espíritus que siguen la libertad, que se arriesgan por el simple hecho de que la vida es una sola, que tienen el valor de llorar sin cubrirse la cara, que en el punto de negro de su ojo se refleja una dosis de fe, que luchan hasta que el aliento se ausente, que poco a poco se hacen más fuertes, que saben que para levantarse primero hay que caerse.